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Cómo educar a los nuevos Steve Jobs

La educación de los jóvenes es la mejor inversión que cualquier familia puede realizar. Pero muchas veces el éxito no sólo depende del dinero destinado a la educación de los hijos, sino que tiene que ver también con el tipo de escuela y universidad elegidas.

Y aquí entra en juego, si hablamos de centros no exclusivos ni privados, una cuestión más cultural, de modelo educativo de cada país.

En este interesante artículo de WSJ se analiza qué tipo de educación es la más recomendable para crear innovadores; para generar, de alguna forma, los nuevos Steve Jobs del siglo XXI.

¿Cómo pueden las escuelas enseñar a los estudiantes a ser más innovadores? La respuesta es muy sencilla: ofreciendo clases prácticas y no penalizando los fracasos.

Realmente, no existen fórmulas mágicas, y en la teoría es más fácil que en la práctica ofrecer esta educación para innovadores. Pero es absolutamente necesaria, porque la clave para triunfar en la economía del siglo XXI  es aprender a analizar y resolver los problemas, a colaborar, a perserverar, a tomar riesgos calculados y, en suma, a aprender de los fracasos. Unas ideas válidas no sólo para las escuelas, sino incluso para aplicarse en cualquier empresa como una parte importante de su cultura corporativa.

El autor del artículo, Tony Wagner, es un profesor universitario especializado en innovación que ha escrito el libro ‘Creating Innovators: The Making of Young People Who Will Change the World‘. Y explica que, fruto de sus investigaciones, ha llegado a una conclusión nada edificante: los jóvenes aprenden a ser innovadores más a menudo a pesar de las escuelas y no, precisamente, gracias a ellas.

En el artículo, repasa algunos de los ‘vicios’ de las escuelas convecionales, frente a lo que cómo sería recomendable enseñar a los estudiantes para que lleguen a ser innovadores. Entre estos, resalta:

Prueba y error: En las mayor parte de escuelas y universidades, el fracaso está penalizado. Y sin prueba y error, no hay innovación. Los jóvenes deben saber que lo importante no es equivocarse, sino aprender a sobrevivir al error.

Visión integral: En la mayor parte de centro convencionales, se apuesta por la especialización. Y aunque es cierta la necesidad de especialistas, no lo es menos que en empresas como Google lo que realmente se valora es que los jóvenes hayan aprendido que los problemas nunca se entienden ni se resuelven bajo una única disciplina académica, sino que las soluciones son interdisciplinares.

Clases prácticas: El aprendizaje en los centros clásicos es normalmente una experiencia pasiva, en la que los estudiantes escuchan y poco más, mientras que en las escuelas más innovadoras los estudiantes son creadores y no meros consumidores.

Motivación: En las escuelas convencionales, los estudiantes aprenden porque obtienen por ello un título. En cambio, los estudiantes innovadores están intrínsecamente motivados y su cultura por aprender se basa en las tres P’s: Play, Passion and Purpose (Juego, Pasión y Propósito/Finalidad). El Juego es el propio aprendizaje basado en descubrir, que lleva al joven a encontrar y perseguir una Pasión, la cual, con el tiempo, evoluciona hacia un profundo Propósito o Finalidad.

Como señala el artículo de WSJ, la solución para aplicar esta nueva educación pasa por una nueva forma de evaluar a los estudiantes y por la inversión en educación. Ahí es nada. Pero merece la pena.

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