Estrategia Global y Geopolítica

¿Es China una potencia mundial en I+D?

Los datos muestran mes a mes que China se está convirtiendo en una gran potencia económica y de hecho, pese a mantener un sistema económico híbrido de libre mercado bajo control público y al escaso avance de reformas políticas para aumentar sus libertades, más pronto que tarde pasará a ser la primera economía del mundo. ¿Significa ésto que también va a tener un papel relevante como potencia tecnológica y se va a convertir en un gran centro de investigación y desarrollo mundial?

A juicio de los autores de este artículo de opinión de WSJ, China tardará todavía algún tiempo en convertirse en un gran centro mundial de innovación.

China ha realizado importantes esfuerzos de inversión en I+D y de hecho, los ‘inputs» para la innovación son impresionantes. Por ejemplo, el gasto en este capítulo pasó del 1,1% del PIB al 1,5% entre 2002 y 2010, y llegará al 2,5% en 2020, y su cuota de mercado en el gasto de I+D mundial se ha más que doblado del 5% al 12,3% en igual periodo.

Si se atiende a los ‘outputs’, una primera lectura de las patentes registradas en 2008 podría mostrar también un peso importante de China en el panorama mundial, con 203.481 aplicaciones registradas, lo que le situaría como el tercer país más innovador por detrás de Japón (502.054 patentes) y EEUU (400.769).

Pero la realidad es bien distinta, porque el 95% de esas patentes chinas han sido reconocidas sólo por las autoridades del propio país, pero no fuera del mismo, y son meros retoques de diseños ya existentes.

Cuando se atiende al número de patentes realmente innovadoras, reconocidas por las autoridades chinas, pero también por las de EEUU, la UE y Japón, los datos son bastante menores: sólo 473 registradas en China, frente a las 14.399 de EEUU, las 14.525 de la UE y las 13.446 de Japón.

En síntesis, China representa el 20% de la población mundial, el 9% del PIB mundial, el 12% del gasto en I+D, pero sólo el 1% de las patentes registradas fuera de su territorio.

La razones para explicar este escaso éxito son varias, según los autores del artículo, entre las que destacan la influencia política en las decisiones de apoyo a los proyectos, una cultura de investigación con mayor atención a la cantidad frente a la calidad y según los estándares nacionales, o un sistema educativo que incentiva más el aprender que el encontrar soluciones creativas.

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