La consultora McKinsey acaba de publicar un análisis titulado ‘In search of a sustainable model for global banking’ que viene como anillo al dedo en el debate abierto para la reforma de la banca a nivel internacional.
Tras un 2010 y una primera parte de 2011 que han mostrado una evolución positiva, el sector se enfrenta a nuevos requerimientos regulatorios, como resultado de la reciente crisis financiera, que puede poner en peligro la atracción de capital suficiente que permita respaldar la recuperación y el crecimiento.
La clave es alcanzar un ROE por encima del coste de capital, lo que traducido a un objetivo global sería llegar a un ROE del 12% en 2015.
O lo que es lo mismo: los bancos europeos y norteamericanos necesitan agregar 350.000 millones de beneficios netos en este periodo, el doble del nivel actual y más de la suma de los beneficios totales combinados de las industrias farmacéuticas y de automóviles, señala McKinsey.
Según el diagnóstico de McKinsey, son tres los puntos claves para lograr dicho modelo:
1. Encoger el tamaño de los balances de los bancos, ya que estos van tener que encontrar las vías para trabajar con menos capital y usar el que disponen de forma más eficiente.
2. Reducir los costes, al menos un 6% anual hasta 2015, para lograr un ROE del 12%, mediante crecimiento inorgánico a través de operaciones corporativas o recortes de sus redes de hasta el 50% trasladando los servicios a la banca on line.
3. Capturar nuevas oportunidades, a través del potencial que ofrece la tecnología disruptiva tanto en la banca retail como en wholesale, ya que las estrategias digitales de la banca están hoy por hoy, todavía, en la infancia.