Dice Paul Krugman en un artículo de opinión publicado en The New York Times que la Stand Your Ground Law de Florida, que permite disparar a cualquiera que se sienta amenazado sin temor al posterior arresto o, siquiera, a ser perseguido por ello es una ley infame que corresponde al trabajo de un grupo de patanes ignorantes. Pero no para ahí la cosa. Según aclara el Nobel de Economía de 1978, otras cuantas leyes similares funcionan en EEUU no elaboradas por patanes ignorantes sino por grandes corporaciones.
Cuenta Krugman que el mismo lenguaje de la citada ley de Florida aparece en una plantilla suministrada a los legisladores de otros estados por el American Legislative Exchange Council (ALEC), una organización empresarial de perfil bajo pero con gran influencia, de tendencia ultraconservadora y financiada por “los sospechosos habituales” -como los denomina el economista-: grandes multinacionales como Koch y Exxon Mobil.
Sin embargo, a diferencia de otros grupos parecidos, no se limitan a influir en las leyes, literalmente las escriben, suministrando a los legisladores estatales los proyectos de ley completamente elaborados, según Krugman. En Virginia, por ejemplo –dice-, más de 50 proyectos de ley elaborados por ALEC han sido aprobados convirtiéndose muchos de ellos en ley.
Dice el economista que los proyectos redactados por la organización empresarial persiguen metas conservadoras estándar: hacer políticas antisindicales, socavar las medidas medioambientales y propugnar exenciones de impuestos para las grandes corporaciones y para los ricos. Y añade que ALEC parece tener un especial interés en la privatización, o sea, en que las prestaciones sociales de los servicios públicos, desde las escuelas a las cárceles pasen a manos de corporaciones con fines de lucro y que algunos de los beneficiarios más importantes de la privatización, como la compañía de educación online K12 Inc. y el operador de prisiones Corrections Corporation of America están muy involucrados con la organización.
Lo que esto nos dice, a su vez, es que la afirmación de ALEC de apoyar un gobierno limitado y mercados libres es profundamente engañosa, señala Krugman. En gran medida, la organización no busca un gobierno limitado, pero sí privatizado, en el que las empresas obtengan sus beneficios del dinero de los contribuyentes, dinero manejado por los políticos amigos. En resumen, ALEC -que está aliada con la Asociación Nacional del Rifle-, no trata tanto de la promoción de los mercados libres, sino que trata de ampliar el “capitalismo de los amigos”.
Más adelante señala Krugman que EEUU parece que se está convirtiendo en un país donde el crony capitalism no solo malgasta el dinero de los contribuyentes, sino que oculta la justicia criminal y donde el aumento de los encarcelamientos no refleja la necesidad de proteger a los ciudadanos respetuosos con la ley sino a las empresas que pueden obtener beneficios de una mayor población carcelaria.
ALEC no es el único responsable de la mercantilización de nuestra vida política, su influencia es tanto un síntoma como una causa. Pero denunciar a ALEC y a sus socios -una lista que incluye a muchas empresas, como AT & T, Coca-Cola y UPS, entre otras, y que hasta ahora han logrado evitar ser públicamente asociadas con la extrema derecha- es una buena manera de poner de relieve lo que está pasando. Y ese tipo de conocimiento es lo que tenemos que empezar a tener en nuestro país, termina señalando el artículo de Paul Krugman.