Educación y Management

Claves para resistir mejor a la anticuada jornada de ocho horas

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La jornada de ocho horas es una forma ineficiente y pasada de moda de enfocar el trabajo. Si queremos ser más productivos deberíamos olvidar esta reliquia de la Revolución Industrial y de las cadenas de montaje, en las que tener al obrero manual pegado a la máquina era esencial para la producción.

Un estudio reciente de Draugiem Group, una compañía de tecnológica con sede en California y Riga, usó una aplicación para rastrear los hábitos de trabajo de los empleados de oficina. Midieron qué tiempo dedicaba cada persona a las distintas tareas  y lo compararon con sus niveles de productividad.

Según comenta en Forbes Travis Bradberry, quien escribe habitualmente sobre inteligencia emocional y liderazgo en la publicación económica, el hallazgo más extraordinario fue comprobar que  la duración de la jornada laboral no tiene apenas influencia en la productividad. De hecho, lo más relevante es la forma que tiene cada empleado de estructurar su trabajo. En particular, aquellos que realizaban pequeños parones para descansar eran más eficientes que los que no se levantaban nunca de la silla.

El ratio ideal entre trabajo y descanso, según la investigación, es de 52 minutos de actividad intensa seguidos de un break de 17 minutos. Los empleados que se acercaban a esta pauta destacaron en el estudio por su nivel de concentración. Durante casi una hora estaban implicados al 100% en la tarea encomendada, sin distraerse con otras cuestiones, como por ejemplo el e-mail . Al sentirse fatigados, se tomaban un descanso total, al margen de las tareas y después volvían para otra hora productiva de trabajo.

Este estudio coincide claramente con lo que señalan los estudios neurológicos. De forma natural, el cerebro funciona en rachas de gran energía (de aproximadamente una hora) seguidas de periodos de baja intensidad (15-20 minutos).  Los expertos no recomienda luchar contra la fatiga. Ni tampoco trabajar mucho tiempo pero con poca concentración, haciendo varias cosas a la vez y tonteando a menudo con distracciones.  Es mejor descansar un rato y volver a las tareas con fuerzas renovadas. Pero para ello los descansos tienen que ser verdaderos descansos, no sirve dedicarlos a hacer tareas laborales que consideramos de baja intensidad, como una llamada de teléfono o un revisión del correo.

En su blog en Forbes,  Travis Bradberry aporta resume estas reflexiones en cuatro claves que todos deberíamos recordar en el trabajo.

1- Organiza tu jornada laboral diaria en fases de una hora. Ponte tareas y objetivos concretos para ese periodo de esfuerzo.

2 – Respeta la hora. No te hagas trampas a ti mismo, distrayéndote o intentado abarcar más de lo previsto.

3 – Toma un descanso, pero verdadero. No sigas pensando en trabajo durante el break.

4 – Nunca esperes a sentirte fatigado. Entonces ya llevarás varios minutos rindiendo por debajo de tu nivel.

 

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